Si no escribes al llegar donde estoy yo,
es por miedo a dejar tu huella eterna,
pues el paso de los versos hacen camino,
hacia surcos atropellados por el metro.
Si no piensas al llegar donde estoy yo,
es porque hay ruido entre el brillo de tus ojos,
que tu silencio impredecible te lo robe,
una guitarra despeinada por mi aliento.
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